Me miras creyendo que no sé que me miras.
Te miro sabiendo que no sabes que te miro.
Será que nuestros ojos cobrizos no debieran desavenirse.
Por si acaso, seguiré mirándote sin que sepas que te miro.
Por favor, sigue mirando aun creyendo que no sé que me miras.
Porque me pierdo en tus iris de café, pequeña.
Tan pequeña... como la aguja donde enhebras tus ilusiones.