miércoles, 3 de junio de 2015
H.I
Estaba frente a mí
llorando,
le pedí ser libre
ella me miró
y me llamó idiota
por no comprender
que podría ser incluso más libre
con ella
que sin cadenas.
Yo me tapé los oídos
la dejé tirada
en la carretera oscura
que es su vida
sin tan solo
un te quiero de despedida.
Salí corriendo de allí
con la mitad de mi máscara rota
y con la mitad del corazón
arañado.
Nunca supe afrontarlo
con lágrimas
y comencé a reír
como comenzaría a reír un loco
al perder el Norte.
Bueno, yo la perdí a ella,
ella fue mi Norte
-quédate conmigo y me orientas-
y el mar se tragó
nuestro barco de alas negras.
Quizás me llenó tanto
que el vaso se rompió
y al tratar de recoger los cristales
me corté con ellos en todos los dedos.