sábado, 30 de abril de 2016

Sonora es la puerta de los horrores.






No sé qué diría si alguien me preguntase
qué es la tristeza.
Perder a alguien, no saber quién eres,
cuál es tu sitio, qué tienes o qué mereces.
No comprender tu propia tristeza,
mirar con ojos fríos a los que una vez fueron
y ya no son. Que la delicadeza te calle
cuando entre tus gritos quieres
ahogarlo todo. Que traicionen
la confianza que el tiempo hizo germinar,
y como un otoño etéreo, todo se diluya.
Que tu mente destruya palomas blancas
y críe cuervos. Saber devastar
ese sórdida ilusión que la química cerebral
se niega a llamar amor. Repudiar a tus padres
porque cometieron errores.
Llorar la sangre que dejan
los cuchillos de otras personas. Saber que no eres,
que no existes; desconocer.
Un invierno sin amigos
sin locales calientes, con lluvia
cada solitario retorno a casa. La repetición en cinta
a la que te condena la monotonía.
¿Qué es esta tristeza que no sé definir?
por más que grito no encuentro
la salida de esta fosa a la que llaman pena.
Nada más importa, ¿cómo se combate
esta ira que me condena
hacia la autodestrucción y hacia las máscaras?
Mi cuerpo es débil pero,
una armadura insondable cubre mi mente y mi rostro.

Pregúntame qué es la tristeza
y responderé 'nosotros'.