Notas XLVII
Aves nocturnas deshacen nidos por las tardes,
el mar las abraza en su continua calma.
Calaveras y restos sustituyen mi nombre,
me he perdido entre el sol y sus fauces.
Continúo perseverante en tu busca,
no eres nadie y nada quieres
yo prosigo irrenunciable, a encontrarte
a pesar de que no existas,
no temo, no temo,
darme de bruces contra la realidad y que me grite
que lo único que hay es el vacío inerte
que me atrapa una y mil veces cada vez que fracaso.