Notas LXIII
Quiero dejar de escribir.
Las palabras pesan y soy presa
de mi propio semblante.
Las cenizas ya no ahogan este hálito codicioso,
-pregúntame por la extinción
y chasquearé mis dedos-
CADA TEXTO PORTA
la sangre de mis propias vísceras;
una lengua afilada ha descosido mi pecho y tú
me preguntas qué esconde cada sombra.
¿Cuál es si no el fin
de arrancarme los cuervos?
Ya no temo a nada pues
yo soy lo que más temo y más oculto,
como una voz antigua que
se exime de su propia omisión.
Eso soy, un supuesto,
una razón, un engaño,
una treta con las manos llenas de silencio.