miércoles, 4 de julio de 2018

David II









Poesía:
absolución de la herida,
perdón de todo pecado
concebido.

Amor infinito
hacia mi odio más profundo.

Temo al mar
porque es el negro ciempiés invertebrado de Dámaso
violentando mi pensamiento en cada pérdida,
pero tú,
aquí,
silencioso, expectante,
insólito,
deshaces el preludio del desorden
y me permites volver a la calidez del rostro de mi madre.

Mi oscuridad aguarda
el hambre de un Dios.

No existe error mas súbito
que el primero.