Súbitamente
mi adiós te volvió
infinita.
He venido a borrar
las heridas de otros
con cortes más limpios.
Déjame pensar
si existo,
si en tu reflejo puede haber
algo más que fuego.
Si has visto
un bosque oscuro,
el mar inclemente,
la ciudad triste y sumisa
bajo una lluvia despótica
y dices haber visto
algo digno de ver,
algo digno de
retratar
es porque no la conoces
ni la has visto abrigada
en mitad de la noche infausta.
Yo he venido
sin literal razón
ni motivo.
Déjame ahora ser
de tus negras alondras,
el nido.