jueves, 28 de enero de 2016

cpi





   Cartas VI


 Qué lástima
fuiste quien más expandió mis fronteras
cambiaste de idioma por ser más real
lloraste por el amor que no te dieron
y a pesar de estar tu piel
herida de bala
me quisiste.

No recuerdo a nadie que me haya pedido
leerle Pornografía o
cualquier puto poema mío.
Me entendías tan bien,
me enseñaste tantas cosas.
Me abrí a ti más de lo que
jamás imaginaste.

Te recuerdo hablándome
con los demonios
bajo presión
diciéndome que tenías la nota más alta de la clase
como siempre...
Que eras quien
defendía tus propios derechos,
que si enseñabas tu cuerpo
es porque no tienes razón
para ocultar nada.

Eras...
Eras.
Fuiste. Has sido.
Importante.

Inclemente bajo una tormenta
nos abrigamos. Y te quise y te quiero
pero no sé por qué te has ido.
Pero no quiero que vuelvas.
Pero necesito que vuelvas.

Hace tanto que ya no sé nada de ti
y hace tan poco que nos separamos.
Te lloré tantas veces
y tan pocas con lágrimas.
A pesar de no detener mi éxodo
lo retrasaste. Créeme si te digo
que me habría quedado en tus brazos
para siempre.
Que cuando me dabas la espalda en la cama
solo te dibujaba mariposas
y, seamos sinceros,
follabas tan bien.

Prefiero verte desnuda
a que me rompas otra vez los ojos,
"y gritó"
y gritaste.
¿Verdad?
Alguien que no era yo
gritó palabras
que no eran mías.

Alguien que no era yo
ha intentado adecentar
tus heridas.

Quiero volver a verte.
Pero, oh por favor,
quiero que esta vez estés triste,
que no seas dulce conmigo
como antes de enamorarnos,
que todo sea clima suave
y que podamos mirarnos
sin bajar la mirada.

Sin pensar
de quién es la culpa.
Te quiero y quiero que seas feliz.
No, en serio, en serio,
ojalá me olvides pronto
y encuentres a alguien
que sea perfecto
y que nunca deje de serlo
y que nunca se apague,
pero ojalá otra vez
vuelvas,
y recomenzar
y volver a vivir
todo lo vivido una vez más.
Supérate.
Supérame.
Es complicado, no puedo,
y me gustaría tanto hablarte ahora,
pero estás durmiendo.

Sigue haciendo poesía
rellena cuadernos cada vez más oscuros
de poemas que irremediablemente
son míos.
Porque yo te marqué un cruz en el pecho
y me lo llevé todo. 

TODO.
Pero nada es lo que queda.
Y no te vayas.
Y vuelve. Y vete y deja de ser mía
para siempre,
porque nada me pertenece de ti.

Pero te quise
eterna
ilimitada
e incalculablemente.

Lo siento todo,
me dolió tanto besarte la última vez
hablemos, háblame
como antes,
que sea yo ecuánime
de todo lo que dictes
y mírame y hazlo todo
como lo hacíamos antes.