miércoles, 10 de febrero de 2016

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Estos días
no ha dejado de llover
y tu voz no ha clamado
mi nombre.
Bajo el agua
he sido verbo,
mi viento recio,
de tu alias,
se proclama siervo.
Dime cómo
puedes gritar
con esas marcas al cuello.
Gracias,
por lo menos recuerdo
el frío que hacía al besarnos.
No sé cómo
salir de aquí.
Ayúdame.
No entiendo
de qué tienes tanto miedo.
No creo necesitarte
pero, aquí resido fuera
de mi propia expresión.
Y tú
sigues sin poder mirarme.
Sé lo qué he visto, pero
deja de alejarte, pues
tengo añoranza
de lo que conforma
nuestra propia inexistencia.