jueves, 19 de enero de 2017
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Hoy es uno de esos días
en los que no me apetece hablar con nadie.
Ojalá me entendieras como José Hierro
y sin palabras poder hablarte.
No es por ti,
de verdad que no es la típica excusa inmaterial y cliché,
pero es que el problema no es ajeno.
¿Alguna vez ha habido
enseñanzas para el desarraigo?
Yo creo que
en la epístola prodigiosa que escriba un día,
un día antes de mi muerte
o de mi último derramamiento de sangre-conciencia,
hallaré la respuesta.
Mientras tanto, ¿con quién camino?
En qué curva del abismo
circulan mis dos mitades.
A veces, frente a quien sea,
me siento ignorante, inmoral y pésimo,
después me abriga un sentimiento meritorio
que falsamente me reconozco.
El talento me sabe agridulce.