-Perdón-
Dime quién
ardió bajo tus sábanas
en mi ausencia prematura,
qué manos te abrazaron
cuántas penas
conseguiste arrancarte
¿quién te dijo
otros versos sin palabras?
qué otro
qué otro
quién en mi ausencia
pudo tocar tu cuerpo.
Es cierto que tu soledad
solo te pertenece a ti y no es mía
pero tú me entiendes
porque compartes el dolor que sufro
este puñal en el estómago
tú también lo portaste en tu vientre
quiero dejar
este odio y rencor inútiles
olvidados cogiendo polvo donde deban estar
enterrados
sin humanidad
desprendidos del yo que cada vez más
me cuesta recordar
y quererte sin pensamientos malos
no puedo mentir en
un poema,
eso es imposible
de cómo intenté olvidarte
no recuerdo ni el preludio
ni la intención,
pero sí el final inconsciente incapaz de contenerme las lágrimas
una vez
sólo una vez
llevando
tanto dentro
tanto dentro
tanto tuyo
llamándome
¿el hilo sigue?
¿desfragmentado?
¿eléctrico?
El monólogo interior
solo altera al demonio que no deja de hablarme
creyéndome suyo
agujereándome la piel de esta toxina
provocándome un hambre voraz
imposible de resarcirme
tú eres inmortal porque te escribo
pero yo
yo muero en cada instante
y este poema no se acaba
no se acaba
no acaba.