jueves, 5 de enero de 2017

Gladio











No me acostumbro a no escribirle a mi desánimo
¿dónde están mi humo y las tormentas que me configuran?
-el rayo que no cesa-
millonésima parte de un pársec que retengo en mi mente
donde estás solo tú,
plantada en negro de mi inconsciencia en blanco,
disparo en frío que atraviesa un cuervo.

Escucha, entre mis manos te acojo sin que sea precedente
porque yo no te amo, pero si lo hiciera
dime hasta qué parte del pecho me cubriría en la medianoche,
en qué lugar del crepúsculo dejaríamos de ser
la misma noche que entre tantas otras noches me atravesaba,
tú no lo entiendes,
pero eres como una muerte cálida en mitad del mundo,
roble oscuro que el tiempo no desgasta.

Sé que mis influencias post-románticas
no me llenarán el bolsillo,
que yo no soy Cortázar ni tú eres el naufragio,
por tanto, ¡sálvame!
¡sálvame de esta regresión que me hace olvidarte a cada instante!
y en este segundo, mientras vacíe este revólver en mis sienes,
dispárame.