ADN del delirio.
Suspenso.
Sobredosis de un poema.
Disparo en corto,
a quemarropa.
Tu perfume me pone enfermo,
me hace recordar cuándo todo era sencillo,
porque una vez lo fue, sin duda,
fue más fácil que cargar,
cargar, por todas partes,
ojos enemigos,
un caballo sobre una ventisca,
invierno negro.
La acometida que me atraviesa
es dulce por un segundo;
un segundo de miseria.
Lamentable.
Soy lamentable.