martes, 14 de marzo de 2017

chea










Ah, qué tienen que decir los pájaros,
que no grita el cormorán desde mi álamo
otra cosa que no sea tu nombre.
En qué caudal bajo el cielo tristísimo
ha quedado nuestro espíritu.
Desgarras cada ausencia pertinente en la noche,
mi único delirio presente
lo conforman las dos lineas de tu abdomen.
Qué odio, qué rabia, qué ira,
cuál marea o qué ventisca se atreven
a resarcirme de ti.
¿Nadie? En tus ojos veo
el clamor de la medianoche.
El destino es un lienzo a trazos
con mi sangrado violento.
Como Valente
me haces beber de la raíz de mi propia existencia,
y bebo hasta el inocuo vacío del que me haces entrega,
posees el calor de una bala en mis pulmones...
Rodéame como nunca he dejado que lo hicieran
y si escondieras mi rostro entre tu pecho,
no vería nunca más mi muerte,
ni la muerte ni el mundo,
sencillamente persistiría en el delirio
que conforman las dos líneas de tu abdomen.